‘¿Debe la educación preparar aptos competidores en el mercado laboral o formar hombres completos? ¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo, a menudo crítica y disidente, o la cohesión social? ¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo? ¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador? ¿Reproducirá el orden existente o instruirá a los rebeldes que pueden derrocarlo? ¿Mantendrá una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras diferentes formas de vida (drogas, televisión, polimorfismo estético) o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia? ¿Pueden simultanearse todos estos objetivos o algunos de ellos resultan incompatibles?’
Fernando Savater,
(El valor de educar)
Y mientras leía yo estas sabias preguntas (porque sí, las preguntas también pueden ser sabias) pensaba en la paradoja a la que asistimos a diario, una escuela moderna que apuesta por el modelo inclusivo en el que todos son como son, y que se respeta la diferencia haciendo de ella una oportunidad y no un problema, en el que se alimenta la pluralidad y se identifica como el ingrediente principal del conocimiento y la cohesión social, y toda suerte de alabanzas fruto de una mirada renovada de la realidad que nos rodea… y puff de golpe me encuentro en un centro concertado religioso, en el que el culto, el rezo y por supuesto la filosofía es UNICA. Se entra y todos rezan, y se canta a la virgen y se celebra la liturgia en la capilla del cole, y no hay carnaval porque es fiesta pagana, y bajamos el miércoles de ceniza para ser ungidos… todos.
¿Dónde queda aquí la inclusión?, entonces pensé bueno, no es público… pero ¿en los centros concertados no deben preservarse el nuevo modelo que llega?
Por estas cosas de la asociación de ideas me ha venido a la mente la imagen de la “fabrica de alumnos” como crítica a la escuela que homogeniza a los que pasan por ella, trampas del inconsciente.
Y mientras leía yo estas sabias preguntas (porque sí, las preguntas también pueden ser sabias) pensaba en la paradoja a la que asistimos a diario, una escuela moderna que apuesta por el modelo inclusivo en el que todos son como son, y que se respeta la diferencia haciendo de ella una oportunidad y no un problema, en el que se alimenta la pluralidad y se identifica como el ingrediente principal del conocimiento y la cohesión social, y toda suerte de alabanzas fruto de una mirada renovada de la realidad que nos rodea… y puff de golpe me encuentro en un centro concertado religioso, en el que el culto, el rezo y por supuesto la filosofía es UNICA. Se entra y todos rezan, y se canta a la virgen y se celebra la liturgia en la capilla del cole, y no hay carnaval porque es fiesta pagana, y bajamos el miércoles de ceniza para ser ungidos… todos.
¿Dónde queda aquí la inclusión?, entonces pensé bueno, no es público… pero ¿en los centros concertados no deben preservarse el nuevo modelo que llega?
Por estas cosas de la asociación de ideas me ha venido a la mente la imagen de la “fabrica de alumnos” como crítica a la escuela que homogeniza a los que pasan por ella, trampas del inconsciente.
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